Siddhartha-un tratado budista disfrazado de fábula

¡Hola Rinconeros! Perdonen mi ausencia. Estaba de viaje y también enferma con una de las condiciones más indignas conocidas por la humanidad y que los italianos pictorescamente llaman cacarela

Permítanme desearles una feliz navidad desde ya. Durante mi tiempo encamada (y de carreritas en el baño) me devoré Siddhartha de Herman Hesse. Toda la vida había querido leer este libro porque mis padres hablaban de él como un libro de suma belleza. En mi última expedición a la biblioteca San Juan Community Library encontré el mejor especial del mundo: llenar una bolsa de compra con todos los libros que quepan por un donativo de $3. Entre muchos otros tesoros, encontré a Siddhartha.

Como soy muy nerda me leí el prefacio del traductor, la introducción y las notas sobre el autor. Lo primero que me voló la cabeza es que este libro se escribió en 1922… Yo juraba que era un libro de la era de los hippies en los años sesenta. Esto prueba como los libros son redescubiertos y cobran nuevo auge a través de los años. Para todos los autores que se sienten un poco anónimos como yo, no perdamos las esperanzas, pues no sabemos que generación nos va a descubrir y leer en el futuro. A Herman Hesse lo re-encontraron los americanos 4 decadas más tarde y lo revivieron para toda una generación bohemia y pacifista con sentimientos anti-guerra de Vietnam.

Herman Hesse era alemán, pero vivió casi toda su vida en Suiza. Su abuelo era un apasionado del continente asiático y hablaba como 9 lenguas asiáticas. Estoy segura que ese amor se lo transmitió a su nieto. Los padres de Herman eran misioneros protestantes y tenían grandes planes misioneros para su hijo. A Herman no le gustó mucho eso de ser misionero y se fue a viajar por la India…

Vemos muchos paralelos entre la vida del autor Herman y Siddhartha su personaje. Ambos son inconformes y buscan siempre más allá. Pasan toda la vida buscando lo que llaman la verdad, algo inefable e indescriptible. Yo diría que Siddhartha es como el alter ego de Hesse, pues logra vivir su vida en sus términos y no abandona nunca su búsqueda. La vida, el amor, los maestros, la paternidad, la amistad, la lealtad, NADA detiene la búsqueda de Siddhartha. A veces ni siquiera entendemos bien qué es lo que está buscando.

Me sorprendió mucho la vida de Herman Hesse. Igual que su personaje, ambos rechazaron el destino trazado por sus padres para abrirse camino en la vida. Hesse tuvo tres esposas y tres hijos con la primera. Este fue un capítulo muy triste en su vida, pues tuvo que internar a su esposa esquizofrénica en un asilo y repartir a sus hijos entre amigos y familiares. Hesse sufría de episodios de depresión y para combatirlos estudió y acudió a Freud y luego a Jung. Su amor por las enseñanzas de Buda permea toda su novela lírica. En realidad, Hesse la llama su poema de la India . Incluso Siddhartha Gautama era el nombre de Buda.

Me gustó mucho como Siddhartha se acerca a la vida como un aprendizaje sin fin. El aprende de la tierra, de las piedras, de los pájaros, de los árboles. De hecho, el río es el mejor maestro que encuentra en todo el libro. Para mí el río es solo una metáfora de la vida misma con sus altos y bajos y como las aguas se revuelcan, se calman o vuelven a su cauce. El río de la vida es el maestro más consumado en toda esta fábula, pues le enseña a Siddhartha a escuchar, a esperar y a contemplar.

La amistad y el amor existen en el libro, pero se ven desde un punto budista, como ataduras a la vida o al mundo que el autor llama Samsara (el juego de la vida). Incluso el amor de ser padre es puro dolor y Siddhartha encuentra que tiene que dejar a su hijo acabado de encontrar porque su hijo quiere salir a buscar su destino también. Es solo en ese momento que Siddhartha recuerda a su padre y se pone en sus zapatos para imaginar el dolor que sintió cuando él se fue de su casa para encontrar su destino también. Como ven el río de la vida y la rueda de la vida siempre dan vueltas para llegar al inicio otra vez…

Al leer Siddhartha, me percato de que es el primero de una serie de libros muy populares que conquistan las barreras del tiempo y el idioma. Me refiero a El Principito 1943 de Antoine de Saint-Exupéry y El Alquimista 1988 de Paulo Coelho. Lo más curioso de todo es que he leído estos libros al revés y no cronológicamente, pues Siddhartha de 1922 es el primero que sienta la pauta para los otros dos libros. Yo diría que es un libro sencillo disfrazado de fábula para darnos unas enseñanzas para vivir la vida. El Principito es uno de los libros más bellos y famosos que existen sobre la vida disfrazado de fábula. El Alquimista sigue la fórmula al pie de la letra, un libro de una jornada y la búsqueda de la verdad que al final nos devuelve al origen. Al comparar estos libros tengo que expresar mi admiración, pues ninguno se escribe ni español, ni en inglés y, como dije antes, sus lecturas rebasan las barreras del idioma. Hesse escribe en alemán, Saint-Exupéry en francés y Coelho en portugués.

Muy a mi pesar, tal vez deba clasificar estos libros como de auto ayuda porque nos ayudan a vivir una vida mejor. Será por eso que El Alquimista a mí nunca me ha gustado y lo he leído dos veces en mi vida (a los 28 y a los 54). Sin embargo, Siddhartha y El Principito me encantaron. Tal vez tenga que reprogramarme y decir que sí leo libros de auto ayuda….

¡NOOO me rehuso! Digamos mejor que este libro es esotérico o metafísico para mi paz mental…

Debo agregar que Herman Hesse fue el Premio Nobel de Literatura en 1946 porque sus escritos son atrevidos y representan los valores humanistas. Siddhartha se ha traducido a más de 30 idiomas, muchos son idiomas de la India, y ha vendido millones y millones de copias. Incluso Conrad Rooks hizo una película en el 1972. (citado de Hermann Hesse was one of the most iconoclastic of European …https://theconversation.com › )

Finalmente, los dejo con la enseñanza que más me impactó de Siddhartha, el río de la vida le enseñó a escuchar, a escuchar de verdad, sin adelantar lo que la persona va a decir, sin interrumpir, sin desesperar, sin viajar en tu mente en lo que termina de hablar. En fin, escuchar con amor, con tiempo, sin prisa, con sinceridad. En esta época navideña, regalemos el don de escuchar sin prisa y sin juzgar. Lo más difícil del mundo es escuchar bien, con paciencia, con tolerancia y con amor. Escuchemos con amor a nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestras parejas, nuestras amistades. Escuchar con amor es el mejor regalo que podemos dar…

¡Feliz Navidad a todos y feliz escuchar!

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