A Short Walk Through a Wide World de Douglas Westerbeke

A Short Walk Through a Wide World de Douglas Westerbeke es un libro que me enviaron de Simon & Schuster como parte de su programa de Book Club Ambassadors.

Esta es la novela debut del autor, quien es un bibliotecario en Ohio. Y no puedo explicarles hasta qué punto la idea me encanta.

La primera palabra que me viene a la mente para describir este libro es “diferente”. Yo he leído muchos libros en mi vida, pero ninguno tan original como éste. Decir que el libro no es lo que yo esperaba se queda corto. Y que conste que lo digo en el mejor sentido.

En el libro conocemos a Aubry, quien, a los nueve años fue diagnosticada con una terrible y rara enfermedad. Una enfermedad que no le permitía permanecer en el mismo lugar por más de cuatro o cinco días.

Es por esta razón que, a esa edad, Aubry se ve obligada a dejar su hogar en París y empezar una larga peregrinación a través del mundo que duraría toda su vida, siempre en busca de un lugar que nunca había visitado antes.

Durante los primeros años, la mamá de Aubry se fue con ella. Por supuesto que era impensable que una niña de nueve años viajara el mundo sin acompañante. Pero, luego de unos años de interminable viaje, Aubry podía ver el efecto que esta vida tenía en su mamá; no solo el eterno caminar con apenas un para de días de descanso y el impacto que ésto tenía en sus finanzas, sino también peso emocional de no poder estar con su esposo y sus otras dos hijas. Así que un día, Aubry abandonó a su madre en un hotel y siguió sola su camino.

Aubry era apenas una adolescente cuando se vio sola en un mundo enorme y peligroso y fascinante. Para sobrevivir tuvo que mendigar, robar, trabajar en lo que encontrara y hasta aprender a pescar y a cazar.

A través del libro podemos ver el mundo a través de los ojos de Aubry. También podemos sentir su rabia y frustración al no tener ningún control sobre su enfermedad. Y aquí debo decir que, siendo yo también una persona que lleva años viviendo con una enfermedad crónica, por momentos se me hizo muy fácil identificarme con ella.

En el libro, los hechos no son contados de manera cronológica. Es como si alguien nos estuviera contando anecdotas sobre la vida de alguien. Las anécdotas van hacia atrás o adelante en el tiempo y, a veces, en medio de una historia, el narrador parece recordar algo, de repente, que lo lleva a otra historia, para luego regresar a la original.

Así nos enteramos de la vez que Aubry viajó en un bote a través de un río en Siam con una familia de Nueva Zelanda. O la semana que pasó en un tren en Rusia, viajando con el gran amor de su vida. También el episodio en Africa, cuando otro amante estaba tan decidido a sanarla que la habría matado en el intento. El tiempo que pasó con el príncipe en La India y los años con una periodista mejicana caminando de Cánada al Congo. Por mencionar algunas. Basta con decirles que, solo con este libro, habría podido completar Nuestro Reto de Lectura este año.

Ahora, mi parte favorita del libro eran las bibliotecas. Aunque quizás debería decir la biblioteca, porque aunque Aubry encontraba puertas en distintas partes del mundo, todas las bibliotecas parecían conectarse. La biblioteca era un lugar mágico, fuera del tiempo y el espacio, en el que podía descansar, pensar y ver las cosas desde otra perspectiva. Y era el único lugar en que la enfermedad de Aubry no se manifestaba.

A mí el libro, al principio me intimidaba un poco porque imaginaba que tendría momentos y situaciones muy fuertes. Pero, tan pronto empecé a leer, me capturó la manera tan linda en que el autor escribe y sus descripciones tan vívidas. Valió la pena.

¿Qué te parece? Estás de acuerdo, nada que ver, etc.